¡Buenos días, amigxs! Esta mañana, como todas las mañanas, me he ido a sacar a mi perro para que olisqueara, hiciera pis y todo lo demás. Él lleva un ritmo distinto al mío: huele cada planta, cada pipí, cada caca… Hace pis cada dos pasos, tarda en encontrar el sitio idóneo para “ponerla” como siete millones de años… En fin, si tenéis perro, sabréis de lo que hablo.

Los animales en general, y los perros en particular, viven la vida de una forma distinta, más pausada. Es cierto que no tienen que limpiar ni poner la comida ni irse a trabajar, pero, cuando lo saco, debería adaptarme a él y no ir tirando de la correa para que se dé prisa. No creo que a nadie nos guste que, cuando estamos en el baño, vengan a tocar a la puerta y no dejen de hacerlo hasta que salgamos… Menudo estrés. Sin embargo, eso es lo que, a veces, hago yo con Sulley. Y me pregunto: ¿no puedo ir a su ritmo durante ese rato? ¿No puedo entretenerme mirando el cielo, las flores, los insectos? ¿Tanta prisa tengo que no puedo concederme veinte minutos para no hacer nada más que observar, oler, sentir? Claro que puedo. Como todos. Es cierto que, en según qué casos, ese tiempo dependerá de levantarnos antes, por ejemplo, pero creo que merece la pena empezar el día de forma relajada, con buen pie, estando con nosotrxs y maravillándonos con un bonito amanecer o con que va y, esa mañana, nuestro perro hace caca enseguida.

La vida pasa. Ningún día es igual a otro día. Lo que vivas hoy no lo vivirás mañana o, al menos, no de la misma manera. Los momentos que se suceden son irrepetibles así que mañana ya es tarde.

Disfruta. Encuentra un momento para estar contigo mismx, para hablar con tus hijxs, para pasear con tu pareja. Respira. Vive el presente porque es un regalo.

¡Nos vemos!

Si queréis ver el video completo pinchad aquí